Título original:
Rise of the Planet of the Apes País:
EUA Año:
2011 Director:
Rupert Wyatt (El escapista) Actores:
James Franco, Andy Serkis Duración:
103 minutos Extraordinariamente primate fue el gusto de observar la nueva pelicula pelicula de Rupert Wyatt. Cinta que libera a la realidad de sus imposibilidades, y crea en la figura ficticia una libertad pocas veces lograda.
Por esta única razón no entra en discusión lo obtenido por Rupert Wyatt y Tim Burton. Un film donde lo esencial es lograr la diferencia entre monos y humanos, Pero también el de obtener cierto parecido intelectual. El ordenador gana la batalla contra el maquillaje.
La cinta cuenta la historia del científico Will Rodman (James Franco) y su querido amigo mono (Caesar, Andy Serkis) en su búsqueda para encontrar la cura del Alzheimer. Enfermedad que acosa al padre de Will.
Dicha droga es experimentada en primates, y un caso de ellos, es Caesar. Caesar vive felizmente con Will, pero conforme Caesar toma conciencia gracias a su inteligencia, se cuestiona sobre su libertad como todos los demás simios que reciben el mismo tratamiento neurológico.
Como cualquier ser dotado de conciencia, esta es la palabra, ya que la inteligencia es la capacidad para resolver problemas con el uso del pensamiento, y la conciencia es la facultad de decidir y hacerse sujeto.
La conciencia toma la delantera en la construcción narrativa, Caesar, al conseguir mayor “inteligencia”, toma conciencia de su singularidad como ser, distinguiéndose de Will Rodman por sus particularidades físicas. Tomando conciencia de un modo existencialista, ya que sus elecciones tienen un peso ontológico en su formación como ser.
Me refiero que durante la narrativa, Caesar elige, y al elegir crea su propio ser con acciones. Vemos un singular y bien concebido ensayo de existencialismo sartriano, “El hombre está condenado a ser libre, porque una vez que está en el mundo, es responsable de todo lo que hace.
Así es como Caesar se crea durante la trama, su personaje sufre cambios, esas mutaciones de personaje mantienen un drama de deseos a lo largo del metraje.
Hegel lo dijo en la “dialéctica del amo y del esclavo”, el hombre desea deseos, mientras el animal desea cosas. Caesar ya no es un simio, este ha dejado de desear cosas, ahora sufre de una increíble mutación de conciencia.
Caesar es más humano que los humanos. Ya no desea simplemente cosas, sino que desea una libertad colectiva, una búsqueda hacía la armonía espiritual, Caesar desea libertad, para conseguir felicidad.
“El origen del planeta de los simios” basa su premisa en la libertad, pero también en la incapacidad del ser humano por aceptar a diferentes seres pensantes a nuestro alrededor. Pareciera que los seres humanos incitamos en negar capacidad reflexiva a los animales, por que concedérsela, sería como despojarnos de nuestra tan carcajeada supremacía.
Notables ejemplos podemos encontrar en la naturaleza, como los gusanos de coral que son capaces de alzar murallas contra el mar con un propósito concreto y con meses de antelación que el más brillante ingeniero, o que nuestros perros se alteren quince minutos antes de que lleguemos a nuestro hogar no importando el horario. El conflicto de los simios con los humanos, es la no aceptación de parte de los segundos, por la equidad intelectual que se comparten unos a otros.
La película tiene buenas interpretaciones, y un guión de deseos constantes que forman una buena línea dramática. Efectos especiales sorprendentes que le dan al simio una increíble realidad y fortaleza. Una dirección virtuosa de las escenas de acción, donde se nota un cuidado detallado de donde y cuando cortar, logrando estas escenas a priori en el set, lo cual siempre se agradece como espectador.
La puesta en escena en terminología de decorados no es tan virtuosa como la acción. Falta simplificación en los objetos, Las recamaras están llenas de objetos y el espectador puede recibir informaciones vagas de aquel espacio.
El montaje es claro y continuo. La fotografía no pasa de la media, típica de un film comercial, luz en muchos lugares y sin novedad alguna.
En fin, los simios tienen algo que decirnos he imágenes para sorprendernos, la pantalla espera la mirada de espectadores que contemplen la creación de nuevos seres, con conciencia.
Por esta única razón no entra en discusión lo obtenido por Rupert Wyatt y Tim Burton. Un film donde lo esencial es lograr la diferencia entre monos y humanos, Pero también el de obtener cierto parecido intelectual. El ordenador gana la batalla contra el maquillaje.
La cinta cuenta la historia del científico Will Rodman (James Franco) y su querido amigo mono (Caesar, Andy Serkis) en su búsqueda para encontrar la cura del Alzheimer. Enfermedad que acosa al padre de Will.
Dicha droga es experimentada en primates, y un caso de ellos, es Caesar. Caesar vive felizmente con Will, pero conforme Caesar toma conciencia gracias a su inteligencia, se cuestiona sobre su libertad como todos los demás simios que reciben el mismo tratamiento neurológico.
Como cualquier ser dotado de conciencia, esta es la palabra, ya que la inteligencia es la capacidad para resolver problemas con el uso del pensamiento, y la conciencia es la facultad de decidir y hacerse sujeto.
La conciencia toma la delantera en la construcción narrativa, Caesar, al conseguir mayor “inteligencia”, toma conciencia de su singularidad como ser, distinguiéndose de Will Rodman por sus particularidades físicas. Tomando conciencia de un modo existencialista, ya que sus elecciones tienen un peso ontológico en su formación como ser.
Me refiero que durante la narrativa, Caesar elige, y al elegir crea su propio ser con acciones. Vemos un singular y bien concebido ensayo de existencialismo sartriano, “El hombre está condenado a ser libre, porque una vez que está en el mundo, es responsable de todo lo que hace.
Así es como Caesar se crea durante la trama, su personaje sufre cambios, esas mutaciones de personaje mantienen un drama de deseos a lo largo del metraje.
Hegel lo dijo en la “dialéctica del amo y del esclavo”, el hombre desea deseos, mientras el animal desea cosas. Caesar ya no es un simio, este ha dejado de desear cosas, ahora sufre de una increíble mutación de conciencia.
Caesar es más humano que los humanos. Ya no desea simplemente cosas, sino que desea una libertad colectiva, una búsqueda hacía la armonía espiritual, Caesar desea libertad, para conseguir felicidad.
“El origen del planeta de los simios” basa su premisa en la libertad, pero también en la incapacidad del ser humano por aceptar a diferentes seres pensantes a nuestro alrededor. Pareciera que los seres humanos incitamos en negar capacidad reflexiva a los animales, por que concedérsela, sería como despojarnos de nuestra tan carcajeada supremacía.
Notables ejemplos podemos encontrar en la naturaleza, como los gusanos de coral que son capaces de alzar murallas contra el mar con un propósito concreto y con meses de antelación que el más brillante ingeniero, o que nuestros perros se alteren quince minutos antes de que lleguemos a nuestro hogar no importando el horario. El conflicto de los simios con los humanos, es la no aceptación de parte de los segundos, por la equidad intelectual que se comparten unos a otros.
La película tiene buenas interpretaciones, y un guión de deseos constantes que forman una buena línea dramática. Efectos especiales sorprendentes que le dan al simio una increíble realidad y fortaleza. Una dirección virtuosa de las escenas de acción, donde se nota un cuidado detallado de donde y cuando cortar, logrando estas escenas a priori en el set, lo cual siempre se agradece como espectador.
La puesta en escena en terminología de decorados no es tan virtuosa como la acción. Falta simplificación en los objetos, Las recamaras están llenas de objetos y el espectador puede recibir informaciones vagas de aquel espacio.
El montaje es claro y continuo. La fotografía no pasa de la media, típica de un film comercial, luz en muchos lugares y sin novedad alguna.
En fin, los simios tienen algo que decirnos he imágenes para sorprendernos, la pantalla espera la mirada de espectadores que contemplen la creación de nuevos seres, con conciencia.
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